martes, 26 de agosto de 2014

LA ESCUELA, DE LA VIDA Y DEL TORO



       No hay mejor manera de empezar lo que esperemos sea una aseada carrera como columnista que hablar de uno mismo, de la vida y del toro; sí del toro y de la vida. Cómo una bestia, que ves la gran parte del tiempo a través de una pantalla, te acaricia, te tumba, te aburre y castiga,  te atolondra e incluso llegas a dignificarla como nunca antes lo hiciste. El por qué lo que aparentemente pudiera ser algo que jamás te quisieras cruzar en tu camino, deseas que levite siempre sobre tus ideas y emociones. 
Quizás y sólo quizás tenga uno dentro lo mismo que sus ancestros, un deseo irrefrenable de dominar la naturaleza, y aunque pueda ser la expresión más tosca de ello, yo todavía no sé qué hace que de este primitivo concepto humano surja  ARTE y digo arte con mayúsculas, porque es la expresión más virginal y pura de la misma, nace delante de tus ojos, sin filtros, sin segundas opiniones. Es el ARTE en su definición, "Cualquier manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado ...",  es la furia de lo bueno, eres tú que lo sientes y él que lo crea.

Después de leer el párrafo anterior uno puede pensar que lo que se describen son emociones maduras de un hombre de 21 años, que surgen de la mente de alguien que comprende conceptos y que luego perfecciona y aplica a su realidad. Pues cuanta es mi alegría de decirles que no. Todo esto le llegó de golpe y porrazo a un niño de 10 años cuando vio su primer San Isidro por la televisión, todo esto arrasó con una infancia basada en la intrascendencia del día a día, que por azar descubrió qué era la apetencia real por las cosas, el sacrificio de la vida de uno mismo incluso, y que allá fuera había gente dispuesta a hacer cosas por algo más que por la merienda de las seis de la tarde.

Amigos, estos eran lo toros para un niño de 10 años, lo son para un chico de 21 y espero que nunca dejen de serlo.

Si eres joven y amas éste lio tanto cómo lo hago yo, recuerda que tienes un tesoro y deberías sentirte privilegiado. Y cómo no, cuando uno se enamora, todo el mundo debe saberlo. Te animo desde aquí a que le cuentes este tesoro que has encontrado en tu vida a todos, hagamos los jóvenes que lo que pase una tarde en una plaza no se quedé allí, que la emoción sea eterna.


Rafa Cebrián Salvat.

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